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martes, 10 de agosto de 2010

3ª etapa Ainhoa-Bidarray

Día 15 de Septiembre de 2003 Lunes




Distancia: 19 km

Ascenso acu. 708 m

Valoración 6.5
Desayunamos en el restaurante del hotel, con una decoración vasca muy recia pero magnifica y con mucho gusto, el desayuno es sensacional: colacao, tostadas con mantequilla y mermelada, croissant junto a otro pastel de pasas, queso, yogurt y frutas. Nos ponemos las botas y bien que nos hizo falta porque comenzamos a caminar a las 8:45 h. Después de abonar el desayuno y la habitación del hotel en el restaurante. Mark ha desayunado con nosotros aunque nosotros salimos antes. A cinco minutos de la salida tomamos una pista ascendente muy pronunciada que es un calvario con cruces a ambos lados del camino en cada curva hasta llegar a un collado con tres cruces y unas tumbas al lado de la capilla de l’Aubépine, donde paramos a tomar fotos porque el lugar lo merece, al poco llega Mark que se une a nosotros. Bordeamos el Ereby por el oeste hasta alcanzar el collado des Tríos Croix, que nos confundió un poco ya que las tres cruces se encontraban bastante antes que el collado. Todo el lugar está lleno de puestos de caza de la paloma. Flanqueamos el Atchoulegui por el sur hasta llegar a un collado donde paramos a tomar un refrigerio. Por una pista llegamos al col Zuccuta donde hay un manantial con agua muy fresca. Aprovechamos para beber y llenar las cantimploras. Continuamos por un bonito sendero a media ladera hasta llegar a la ferme Esteben, gîte d’etape y bar donde paramos a tomar una coca y comer algo. Mark saca de la mochila un salchichón de Chicago con un poco de pan. Desde la granja Esteban se ve el col de Méhatche a lo lejos que tenemos que coronar a continuación. Partimos de la granja Esteban cruzando el patio, algunos agricultores apilan las balas de paja, saltamos una alambrada y tomamos la pista que traiamos hasta llegar a una pequeña carretera que continuamos durante unos metros hasta tomar un sendero a la derecha que asciende de forma pronunciada, Mark lleva mucho peso y enseguida se queda atrás, él nos pide que continuemos, cosa que hacemos. Alcanzamos la carretera que lleva a los radares de Artzamendi y durante un kilómetros la seguimos hasta el col de Méhatche. Hay algunos coches aparcados en el collado, la gente continua desde aquí a pie por un sendero que sube al radar. Nosotros descansamos en el collado, la vista es bonita y aprovechamos para hacer fotos y tomar el sol, Mark y yo nos quitamos las camisetas y disfrutamos de un sol que se mezcla con el aire suave que cruza el collado para convertirlo en un clima muy agradable.


Comenzamos el descenso muy suavemente a media ladera dejando los radares a nuestra izquierda y pasando al lado de los mojones fronterizos 82 y 83, en medio de estos al parecer se encuentra un menhir que nosotros no localizamos. De pronto llegamos a un cortado con una caída impresionante donde hay un sendero muy inclinado y con piedra suelta por el que tenemos que descender. Al principio impresiona, arriba, al comienzo del descenso hay un cartel donde se puede leer, ¡Cuidado con resbalar!, creo que en época de lluvias puede ser peligroso.

El sendero es vertical con pasos delicados en algunos tramos y donde hacemos un descenso de 500 m. de un golpe, la verdad que fue impresionante, es la primera sensación de montaña desde que comenzamos la ruta. Al llegar a la carretera de Bidarray, y como a un kilómetro cruzamos un puente sobre un fenomenal río, que nos sirve para darnos un excelente baño ya que el calor y la humedad eran muy grandes. Después del baño y el rato de relajación continuamos por la carretera que sigue paralela al río, con zonas de baño excelentes. Antes de volver a cruzar el río por otro de los puentes, sale un sendero a la derecha con una pendiente fuerte que subimos hasta desembocar en la entrada de Bidarray, donde se encuentra el gîte d’etape Auñamendi, un gran gîte de madera con cocina, lavadora y todo lo que necesita un caminante y el más grande de todos los que hemos pasado.

Nos preparamos, nos duchamos y vamos a dar una vuelta por el pueblo, muy vasco por cierto, edificaciones vascas y todo, absolutamente todo vasco. Tomamos unas cervezas y nos vamos a cenar a un restaurante ya que ayer no pudimos cenar, y donde comemos muy bien: Tortilla con pimientos de la tierra (vascos), bacalao a la vasca y tarta de manzana y peras, un poco caro, como todo, pero exquisito. Ya de noche volvemos al gîte a dormir y prepararnos para mañana.

 
 
 
 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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