Distancia: 27 km.
Ascenso total: 1.441 m.
Descenso total: 1.957 m.
Altura máxima: 2.269 m.
Altura mínima: 636 m.
Valoración: 8,5
Tiempo de marcha 9 h. 15 m.
Menos mal que el grupo de cuarenta personas se durmió pronto, aunque hasta esa hora, hicieron bastante ruido, así que el resto de la gente que pernoctábamos en la habitación, o sea ocho personas, pues la habitación era de 48, lo agradecimos ya que teníamos que levantarnos temprano, hoy teníamos otra larga etapa, a las 6:00 estábamos en pie. Hemos desayunado a las 6:15 horas, un desayuno suave, bueno compensado con que nos cobraron la mitad en el refugio por la licencia federativa. A las 6:35 hemos abandonado el lago de Espingo, todavía es noche cerrada, así que nos acoplamos los frontales y ascendemos hasta el collado para descender hasta “el paquete de tabaco” y retomar el gr. Ahora, en dirección a Superbagnères. Comenzamos el duro ascenso hasta la Hourquette des Hounts Secs, apagamos los frontales y subimos a lazadas, dejando al fondo el Lac d’Oô.
Hacemos una pequeña parada para coger el ritmo de la respiración y echar un vistazo al fondo del valle donde se encuentra el lago y al nuevo panorama que se nos presenta al otro lado de la Hourquette. Descendemos y ascendemos por la ladera derecha de pequeños valles, bajo la cara norte del Pic Come Nère y Pic Subescale hasta alcanzar el col de Comme de Bourg. A la izquierda sale un sendero para ascender al Soum de Comme de Bourg y al bonito pico de Céciré.
La perspectiva del descenso se presenta como una maravilla al igual que las zonas existentes a ambos lados del collado. Un montañero español de la zona del valle de Arán sube al collado desde Super Bagnère para ascender al Soum de Comme de Bourg.
Después de un ligero descanso comenzamos el largo descenso de 1.600 m. que nos llevará hasta Luchon. Bajamos por la ladera sur del Comme de Boug y Céciré a la derecha la profundidad del Vallée du Lis. Al ser domingo comienzan a subir montañeros desde Super Bagnère . Al otro lado del Valle de Lis, el cordal pirenaico, al fondo a la derecha, el Aneto con su perpetuo nevero en su cara norte. El sendero que llevamos alcanza una cresta herbosa, se convierte en pista, se suaviza el descenso hasta alcanzar la primeras edificaciones de la estación de esquí de Super Bagnère.
Al volver la vista atrás, la cara más bonita del Pic Céciré. Al llegar al cruce de la D-46, tomamos un camino a la izquierda que a veces es pista a veces sendero, primero por zonas herbosas hasta penetrar en el bosque, descendiendo por una pista que era un antiguo ferrocarril de cremallera que subía desde Luchon a Super Bagnère.
Entre bosques de pinos, hayas y avellanos alcanzamos Bagnère de Luchon, hace mucho calor y lo primero que encontramos es una fuente así que, abusamos un poco de ella y nos apretamos unos buenos tragos además de mojarnos un poco la cabeza y cuello. Juan dice que se queda que no puede más que la uña de su pie derecho está pidiendo a gritos que en un momento a otro va a saltar de su dedo. Alan, también se queda, aquí termina su periplo por Pirineos este año, cogerá un tren y se irá hasta Pau para, desde allí tomar un vuelo a Londres. Atravesamos Luchon hasta la estación de ferrocarril.
Nos despedimos de los dos, Juan se va hasta Cauterets y mañana nos esperará cuando lleguemos a Fos. Ángel y yo continuamos a pesar del calor sofocante del día, es mediodía y la gente a salido a comer, los restaurantes están llenos. Seguimos un camino paralelo al lago, al otro lado una pista para planeadores, una avioneta los eleva y los suelta en el aire. Hacemos una parada en un restaurante junto al lago para tomar una coca cola, aunque enseguida continuamos, cruzamos el río One y alcanzamos Juzet de Luchon, atravesamos la villa, las nubes empiezan a oscurecerse, dejamos el asfalto para subir por unas escaleras y tomar un sendero empinado que atraviesa varias veces la D-46 hasta llegar a Sade. Comienzan los rayos y los truenos aunque todavía no llueve. Tomamos el camino de Salles para descender un poco y bordear una loma entre el bosque de Pan, atravesamos una torrentera y comenzamos a ascender fuertemente y en zigzag para entrar en Artigues, pequeño pueblo de ganaderos. El gîte es una antigua vivienda reconvertida, hay un aviso donde te indican que no se abran las ventanas por las moscas, el problema que el cartel lo vimos un par de horas después de airear la casa y ver desde la ventana abierta de par en par la tormenta que se preparó con gran aparato eléctrico. Los encargados del gîte, un matrimonio de mediana edad viven a unos metros de nosotros, la cena es en su casa, en su misma mesa, algo que nos extrañó pero la verdad que fue muy agradable, una gran cena acompañada con moscatel y un rosado de Navarra: una ensalada de judías verdes y cebolla de la huerta y unas chuletas de cordero de su rebaño con unas patatas y un flan de coco que hizo la señora. Tienen 1250 cabezas de ganado, las cuida una pastora de 19 años que se tira arriba del monte cuatro meses sin bajar ¡pobre criatura! Imagino que no será francesa. Buena sobremesa de charla, sobre las 22:30 nos bajamos a dormir.
Haciais unas caminata de mil demonios. Esa jornada es agotadora.
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