Distancia: 22 km.
Ascenso total: 1.054 m.
Descenso total: 1.268 m.
Altura máxima: 1.785 m.
Altura mínima: 889 m.
Valoración: 8
Tiempo de marcha 7 h. 30 m.
La cena de anoche estuvo bien, rodeado de buenos compañeros de viaje: Jean, Henry, los dos ingleses, el holandés, Juan y yo. La cena consistió en la clásica minestrones de entrada, bastante buena por cierto, del que casi todos repetimos, de plato principal, un estofado de ternera y arroz blanco, muy bueno también, un trozo de queso de oveja que estaba muy bueno y un pastel casero de fruta que nos preparó la señora del refugio. Por la mañana y después de dormir como reyes, hemos desayunado bien, con zumo de naranja incluido, además de las tostadas de mantequilla y mermelada y hemos partido a las 8:30, un poco tarde, pues la ruta se presentaba un poco mas suave que ayer y los demás compañeros habían pedido el desayuno para las 7:30, así que nosotros también. Hemos partido todos juntos, excepto el holandés, que no lo hemos visto en todo el camino, ni lo veremos ya pues terminaba en Arrens- Marsous. Comenzamos el camino, subiendo en lazadas por un sendero que poco después se convierte en un laberinto, salvando bloques de rocas, a veces muy empinado y donde había que usar las manos de vez en cuando, al fondo se divisa una típica roca donde culmina nuestra subida en el Col de Tortes, la Longe de Tortes, y a la izquierda el Col d’Aubisque.
Al llegar al collado, hacemos un alto para ver el entorno y untarnos de crema solar, pues ya va empezando a quemar el sol.
El descenso, muy tranquilo y relajado terminará en la carretera D918 donde se encuentra un rebaño de ovejas, Jean pregunta por queso, tiene ganas de comprar queso de las granjas de la montaña, pero no tiene suerte, los caballos en semilibertad también nos han acompañado en el descenso. Al llegar a la carretera, famosa por el Tour de France , pues viene del Col d’Aubisque y se dirige al Col de Soulor, nosotros la seguimos a la derecha, es un poco peligrosa, es estrecha, tiene un par de túneles y bastante trafico y una buena caída a la izquierda, hay una variante que evita circular por la carretera pero hay que bajar mucho y volver a subir, descendiendo el vallon d’Arbaze hasta el Cap d’Ouzom y volver a subir. Después de tres kilómetros de asfalto, una desviación a la derecha nos aparta de ella para ascender hasta el Col de Saucède, en suave pendiente, hacemos un nuevo alto para tomar algo sólido. Un alemán viene en sentido contrario, y aunque parece un peregrino por sus pinks y pegatinas, va haciendo el gr 10 en sentido contrario al nuestro. El descenso se realiza por un sendero que va por una zona herbosa y que a veces se pierde, aunque se encuentra estacado, un grupo de chavales asciende en excursión hasta el Col de Soucède.
Poco después alcanzamos un lomo desde cuya punta hay una gran vista de Arrens y del valle d’Azum. Descendemos hasta Arrens por un agradable camino entre árboles que le llaman Reina Hortensia para llegar al final al espectacular edificio con iglesia incluida que utilizan los mutilados de guerra.
Abandonamos el camino para entrar en Arrens, una bonita localidad cerrada por el macizo de Balaitous, dejamos a nuestros amigos franceses que continúan, mientras nosotros intentamos localizar alguna tienda para comprar algo para comer, pero son las 13:00 horas y está todo cerrado desde las 12:30, es la hora de comer y no abren hasta las 15:00, paramos en el bar del pueblo y tomamos una pepsi para recuperar y poco después llegan los ingleses, que toman un refresco. Los ingleses van a hacer noche en Arrens así que nos despedimos de ellos, imagino que no los veremos más. Salimos del pueblo cruzando el Gave d’Arrens, bastante caudaloso por cierto, cruzando por el Pont du Labadé donde se encuentran Jean y Henry que han terminado de comer.
Comenzamos el ascenso hasta el col de Bordères, por un sendero entre árboles que a veces corta la carretera que sube en lazadas y que coincide con el sendero en el alto del collado. El descenso se realiza por senderos diferentes y cercanos a la carretera con paisajes relajantes e idílicos hasta llegar a la Iglesia de Estaing, después de llenar las cantimploras en una fuente continuamos en dirección sur, ascendiendo al lado del río por el Valle d’Estaing, y evitando la carretera, caminos verdes de hierbas que parecen alfombras, donde perfectamente se podía caminar descalzo. Podíamos haber contorneado el Pic de Midi d’Arrens por el norte y evitado el ir paralelo a la carretera pero, la verdad que el recorrido merece la pena y cambia un poco del que hemos traído hasta Arrens. Los últimos 800 m. son por la carretera hasta alcanzar el gîte d’etape des Viellettes, situado en una granja de la zona, en un lugar privilegiado y muy bonito.
El lugar está recomendado por la Guía del Trotamundos. Hemos llegado a las 15:50, así que hemos tenido tiempo de lavar ropa, esperemos que para mañana esté seca, pues el sol es espléndido. Después de una buena ducha y relajarnos, a esperar la cena, ya solo quedamos cuatro Jean, Henry, Juan Antonio y yo. Juan Antonio está muy satisfecho de haber hecho ya tres etapas, con más de 1000 m. de desnivel cada una, creo que está disfrutando bastante con el paseo y aunque se encontraba un poco lejos del ambiente que se crea entre los caminantes se está adaptando bien, así que parece contento. Sobre las 19:30 hemos ido a cenar, el comedor es muy agradable, con fotos de montañas y de antiguos cazadores de osos, la señora es muy habladora, aunque solo con los franceses, no se molesta mucho en intentar hablar con nosotros, ahora eso sí, buena cocinera, la sopa de esta noche estaba buenísima, con sus trozos de jamón y oreja de cerdo y de principal un potaje de verduras con unos muslos de pollo de campo que nos chupamos los dedos, y el trozo de queso de oveja y de postre un trozo de bizcocho bañado en natillas, ¡ah! Y el vino, que llevamos sin probarlo desde que llegamos aquí, luego hemos tenido un rato de sobremesa con Jean y Henry, hasta la hora de dormir, un poco mas tarde de lo normal, Henry trabajaba en la administración y se jubiló hace siete años con 55 y Jean trabajaba en conservación de carreteras y se jubiló con 59, ambos tienen la misma edad.
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